De entrada hay que saber que las personas que deciden realizar un crucero fluvial desean combinar unas vacaciones culturales y de ocio con el descanso, teniendo en cuenta que el paisaje durante el recorrido y las visitas en destino son piezas fundamentales del viaje. Navegar por un río disfrutando del paisaje y admirando la naturaleza es una experiencia muy placentera y relajante. Y quien lo prueba habitualmente repite, a semejanza, una de las pocas, con los cruceros marítimos. Más de un 65 % de los viajeros que han realizado un fluvial vuelven a realizar la experiencia en los 2 años siguientes de haberlo realizado, y más de un 80 % transcurrido ese tiempo. Son ideales para singles, parejas, grupos de amigos y familias, si bien los niños no siempre tienen permitido viajar.
Por algo es que los cruceros fluviales han sido el producto turístico que mayor crecimiento han experimentado tanto por Centroeuropa, con el Rin, el Danubio o el Volga, como por España, con el Duero y el Guadalquivir. Esos son los que más han subido, pero también lo han hecho los del Sena, Ródano o Po, o el del Nilo, sin olvidar los del Amazonas o el Yangtze. Las diferencias con los marítimos son notables, ya que se trata de viajes totalmente diferentes: barcos muy grandes con miles de pasajeros, navegando por la noche, largas distancias recorridas, con vida a bordo muy importante y turnos de comidas y sin lugares de interés desde la nave, frente a barcos de capacidad limitada para entre 150 y 200 pasajeros, navegación por la mañana en distancias cortas para hacer muchas visitas, importancia depositada en el paisaje y monumentos de interés, buenas instalaciones pero sin masificar, con un único turno de comidas y cercanía de todo el pasaje.
Se pueden encontrar de todos los gustos y destinos, más clásicos, más exóticos, pero siempre llenos de contenido. Los ríos navegados son los europeos Rin, Danubio, Mosela, Po, Mosa y Escalda, con mucho atractivo en el paisaje, la historia, la cultura, y el arte, o los españoles Guadiana, Duero y Guadalquivir, con la fuerza de la Península Ibérica y su rica gastronomía. Pero también están en Europa del Este el Volga por Rusia, uno de los más populares, o el Dnieper por Ucrania, menos conocido pero fascinante, sin olvidar en Francia el Sena y el Ródano, realmente hermosos. Hay ríos con oferta por todo el mundo, y así, en áfrica prima el Nilo por la cultura milenaria, y el Senegal, por la vegetación exuberante, en América manda el Amazonas, pulmón del mundo, y el Paraguay, de lugares insólitos, y en Asia destacan el chino Yangtze, uno de los lugares más bellos del planeta, o el camboyano Mekong, salpicado de poblados ancestrales.
Las comodidades de los camarotes son las mismas que en los barcos más grandes de los marítimos, y están equipados con todo lo imaginable y necesario. Eso sí, la diferencia en este caso radica en que todos son exteriores con ventana en algunos casos panorámica. Se es muy escrupuloso desde las navieras en la limpieza del entorno. Para las comunicaciones, un elemento a tener en cuenta es que casi siempre hay cobertura de teléfono móvil debido a la proximidad de las orillas del río con la nave. En relación al idioma, prácticamente todas las navieras garantizan el servicio en español, una vez comprobado que el público hispano ha crecido enormemente. En definitiva, y teniendo en cuenta lo cuidado de las excursiones tanto facultativas como opcionales, el guía adquiere una gran trascendencia, y dado el grado de satisfacción y reincidencia en este tipo de circuito mucho menos cansado y más selecto, a su próximo destino podría llegar por río.
