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Almería

La visita a la provincia de Almería es obligada para los turistas llegados de otros lugares, pero también para los mismos autóctonos de una tierra rodeada por el mar y por las montañas, y en cuyo interior dispone de desierto, nieve, vergel, tradición y exuberante y potente gastronomía. Con su amplia variedad de productos turísticos, puede permitirse el lujo de retar al más exigente de los viajeros que piense que se puede aburrir. Solo con la amplitud de ofertas de las que dispone y que ofrece con los brazos abiertos, Almería sabe que gana y que conquista la confianza de sus visitantes, pidiendo a cambio la única recompensa de la fidelidad. Por algo es uno de los destinos más repetidos por parte de los turistas españoles y europeos, que en muchos casos han decidido que lo suyo es pasar largas temporadas aquí lanzando el llamado turismo residencial.

El sol y playa más espectactular de gran parte del Arco Mediterráneo se encuentra a orillas del Parque Natural del Cabo de Gata – Níjar, el principal reclamo de la provincia y el que mayor grado de satisfacción arroja a la vuelta a casa de los visitantes. De hecho, las calas vírgenes y las aguas cristalinas provocan en los que las disfrutan una sensación inigulable de fusión con la naturaleza en todo su esplendor, sin que la mano del hombre desvirtúe un entorno en el que no hay nada que desencaje. Es en parte turismo activo, pero ese modo de pensar las vacaciones tiene infinitos rincones en otros parajes naturales que en el corazón de la provincia palpitan sobre la superficie, con valles y montañas de gran altutid en las que esquiar, caminar o vivir mil aventuras, o bajo ella, con los Karts en yeso de Sorbas o la enorme y bella Geoda de Pulpí.

A caballo entre la creación divina y la humana está el único desierto que en Europa puede recorrerse con miles de secuencias de películas del Far West en la mente o sin ellas. Tabernas lo tiene, como también olivos, y en él el cine se ha hecho grande no solo con largometrajes del Oeste sino con producciones que han sido joyas del celuloide y que también se han rodado en otros rincones de esta Tierra de Cine. Patton nos lleva hasta la ciudad capital de Almería, que se ha remodelado para hacerse más habitable y más visitable, presidida por su Alcazaba, principal lugar del mundo islámico en su momento de máximo esplendor, y custodiada por la única catedral – fortaleza que existe en la humanidad. Y es que las huellas de culturas milenarias, de invasiones y asaltos, de evolución y riqueza, están presentes tanto en la urbe como en los asentamientos de El Argar o Los Millares, sin olvidar la Cueva de los Letreros.

Desde la antigüedad hay muestras de que se valoraba este rincón del Viejo Continente como un lugar paradisíaco para vivir, a lo que ayuda un clima benigno en cualquier época del año. Es curioso que eso mismo haga que también se haya convertido en otro paraíso bien localizado por los amantes del golf, que encuentran en casi todas las comarcas almerienses unas muy cuidadas instalaciones para la práctica de su deporte favorito. Almería es mucho, tamibén es Alpujarra, como es mar de plástico con unos invernaderos tecnificados y con cada vez mayor número de ciudadanos interesados en ver con sus propios ojos su producción de calidad bajo el milagro de hacer de una gota de agua dos. Sí. Heterogénea. La provincia puerta de Europa explota cada mañana en medio de un modo de vida tanquilo de gentes acogedoras.

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